jueves, 29 de septiembre de 2011

Los gobiernos neoliberales y su acción en contra de México y su clase trabajadora

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.


Las políticas neoliberales datan en México de 1982. A imponerlas se han dedicado los cinco últimos gobiernos, tres de ellos surgidos del PRI y dos del PAN. Esas políticas han sido fatales para los mexicanos, sobre todo para la clase obrera. La han condenado a un creciente desempleo, a salarios cada vez más raquíticos. La han llevado a niveles de vida peores, a la miseria, la insalubridad y la falta de acceso real a la educación y la cultura.

Estos gobiernos casi han acabado con el sector estatal de la economía, que pasó de 1155 empresas a menos de doscientas. Las han entregado a capitales privados, extranjeros los más, para su lucro y beneficio.

Entre otros actos que han puesto en marcha estos gobiernos se destaca la firma del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, con Canadá y Estados Unidos, (TLCAN) y su puesta en marcha, durante el gobierno del Carlos Salinas de Gortari. El daño causado a la soberanía de México y a su perspectiva de desarrollo como Nación han sido brutales. Se ató al país a los designios yanquis y se ahondó el proceso de sumisión de nuestra economía. El TLCAN pasó a ser el nuevo motor de toda la política neoliberal en México.

El papel de los gobiernos del PAN en el proyecto anexionista yanqui.


Los dos gobiernos panistas han continuado y profundizado lo hecho por los neoliberales del PRI de 1982 a 2000. Nadie puede, sin embargo, acusarlos de incongruentes, no lo son; tampoco de haber cambiado de ruta, como sí sucedió con el PRI. El Partido Acción Nacional y sus gobiernos son consecuentes con su origen, sus vínculos de clase social y su ideología de siempre, profundamente reaccionaria. El PAN, nadie debiera olvidarlo, fue fundado a finales de la década de los treinta por enviados de la Falange española y del Nazismo alemán, como base para la Quinta Columna que propiciaría, según sus planes, la toma de México por las fuerzas del nazifascismo. Eran los tiempos de la fase inicial de la Segunda Guerra Mundial.

Por eso no es de extrañar que Vicente Fox, en su momento, haya puesto todo su empeño en privatizar las industrias petrolera y eléctrica, al tiempo que recorría el mundo como mercader, ofreciendo en venta al país entero. Y en ese mismo sentido, se convirtió en activista a favor del Área de Libre Comercio de las Américas, plan que pretendió extender el TLCAN a todo el continente, y que fue denunciado con justa razón por Fidel Castro como un proyecto con el que Estados Unidos, en los hechos, pretendió anexarse toda la región. Por fortuna, la movilización de los pueblos de toda la región derrotó el nefasto plan imperialista.

En la experiencia de México, el TLECAN llevó a la quiebra a decenas de miles de empresas nacionales que no pudieron sobrevivir a la llegada de otras, extrajeras, con mayores capitales y tecnología superior, que vinieron en gran número para aumentar su tasa de ganancias a costa de los salarios diez o doce veces menores que pagan en México.

La brutal embestida de los gobiernos panistas contra la clase trabajadora.


La agresión contra el movimiento sindical, por parte de los gobiernos del PAN, ha sido brutal. En el caso de los mineros, su complicidad con el llamado Grupo México, del siniestro criminal Jorge Larrea, es patente.  El gobierno de Fox nunca cumplió con su obligación legal de forzar al Grupo México a que cumpliera con las normas de seguridad necesarias en Pasta de Conchos, a pesar de las numerosas denuncias que existían sobre las patentes irregularidades. Fue el incumplimiento de esas normas lo que causó la acumulación de gases más allá de lo aceptable, su explosión y el colapso en la mina, que dejó atrapados a 65 trabajadores. Antes y después del derrumbe, la negligencia de los gobiernos panistas de Fox y Calderón ha sido criminal, culpable de la pérdida de vidas humanas y dela impunidad que se ha tendido sobre el hecho.

Calderón ha seguido protegiendo a Larrea y al gobierno de su antecesor, evitando que se exhumen los cuerpos, se hagan las indagaciones y se sancione a los culpables conforme a la ley. Además, Calderón ha continuado la política de sistemática agresión contra los trabajadores mineros, su sindicato, el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana, SNTMMSRM, y Napoleón Gómez Urrutia, su dirigente, como ha quedado patente en el caso emblemático de Cananea, entre muchos otros.

Y también ha sido Calderón el que se atrevió a atacar con toda saña al Sindicato Mexicano de Electricistas, que desde el principio había estado en la mira de los gobiernos neoliberales. Ninguno de éstos cejó en su intención de privatizar la industria eléctrica, igual que la petrolera y en general, la energética, porque es parte de las exigencias que vienen de los centros que vigilan el cumplimiento del Consenso de Washington por parte de todos los gobiernos subordinados al imperialismo en el mundo. Salinas no pudo tomar en sus manos a la empresa Luz y Fuerza del Centro, quitando al SME su fuente de trabajo, como hubiera querido, gracias a la capacidad de lucha del sindicato y de las fuerzas populares y enemigas del neoliberalismo, en general. Zedillo quiso reformar la Constitución con el fin de privatizar la industria eléctrica, y también fue derrotado. Fox intentó terminar con el contrato colectivo en 2003, y también tuvo que abandonar el proyecto. Pero Calderón obró de modo artero, y mediante un sigiloso decreto presidencial y el uso de la fuerza pública, puso en ejercicio la liquidación y extinción de Luz y Fuerza del Centro, violando la Constitución y lanzando a la calle a más de 40 mil trabajadores, de manera infame.



El gobierno de Calderón, en estrecha alianza con los grupos más reaccionarios de los patrones, despliega hoy mismo una intensa campaña para reformar a fondo las leyes laborales. Quisieran unos y otros desaparecer de la Constitución el principio de las garantías sociales que reconoce los derechos de clase de los trabajadores, para sustituirlo por otro que establezca estas relaciones de modo individualista, con el fin de satisfacer los intereses del gran capital transnacional. Pero a la vista de que no les será fácil hacer cambios de ese carácter en la Ley Suprema, pretenden lograrlo en la Ley Federal del Trabajo, en lo que han llamado “reforma laboral”. De una u otra forma, lo que persiguen es sustituir en los hechos el principio de la lucha de clases que da sustento a la organización y al combate de los trabajadores por mejores condiciones de vida y de trabajo, por la demagógica teoría de la armonía, la conciliación y la colaboración entre empresarios y trabajadores. Pretenden que se anule en definitiva el derecho de huelga, y se elimine sobre todo la huelga por solidaridad. Quieren debilitar y destruir a los sindicatos que no se plieguen a sus políticas, como lo están demostrando con los casos citados del  SNTMMSRM y el SME, también mediante una serie de reformas en las relaciones laborales y con la atomización de la jornada de trabajo. Además demandan eliminar la cláusula de exclusión y suprimir la sindicalización obligatoria dejando a ésta como una decisión voluntaria e individual que permita la existencia de "trabajadores libres" al mismo tiempo que presionan para que desaparezca la jornada de trabajo de 8 horas, sustituyéndola por el contrato individual y el pago de salario por hora.

Plantean la desaparición del salario mínimo y la total subordinación de los obreros al dominio de las empresas mediante el establecimiento del cese del empleo cuando incurra el trabajador en faltas que a juicio del patrón lo ameriten, y asimismo, formular la desaparición del escalafón por antigüedad mediante el exclusivo reconocimiento de la capacidad y la productividad para efectos de ascensos.

Estas y otras proposiciones del sector patronal y el gobierno reaccionario ya han sido expuestas y muchas de ellas han sido aceptadas por líderes colaboracionistas y reformistas a los que nada les importa excepto conservar sus posiciones políticas y sindicales.

Por eso, es indispensable avanzar en el proceso de reconstrucción del sindicalismo revolucionario, que postula la Federación Sindical Mundial, con paso firme y sin dar tregua al enemigo de clase. Sólo así podremos impedir que realice sus nefastos propósitos.

1 comentario:

  1. El PAN, nadie debiera olvidarlo, fue fundado a finales de la década de los treinta por enviados de la Falange española y del Nazismo alemán, como base para la Quinta Columna que propiciaría, según sus planes, la toma de México por las fuerzas del nazifascismo. Eran los tiempos de la fase inicial de la Segunda Guerra Mundial.

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