miércoles, 7 de septiembre de 2011

Los instrumentos necesarios para echar a los neoliberales del gobierno de México.

Fragmento del informe al 132 Pleno del Comité Central del Partido Popular Socialista de México.

Las experiencias de los pueblos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, entre otros, demuestra que se puede echar a los neoliberales e iniciar, desde el poder ejecutivo, un proceso revolucionario hacia la liberación nacional. Pero no es una cuestión voluntarista; hacen falta algunos factores, sin los cuales puede ser imposible o más difícil hacerlo.

Destacan cuatro: a) un candidato públicamente comprometido a tomar una vía opuesta a las recetas del Consenso de Washington (experiencia que fue muy notoria sobre todo en los casos de Hugo Chávez y Evo Morales); b) la existencia de un movimiento antiimperialista y antineoliberal que reúna una importante fuerza de masas, que sea combativo y se organice de manera adecuada (elemento que con peculiaridades en cada caso, ha estado presente en Venezuela, Bolivia, Ecuador y en otros países, como Brasil y Argentina, entre varios más, aun cuando los gobiernos que han logrado instalar, teniendo aspectos positivos, no han alcanzado el nivel de los primeros, que ya han roto los lazos con el neoliberalismo); c) la participación de una fuerza ideológica firme, antiimperialista y antineoliberal, que mantenga la brújula en un panorama complejo y heterogéneo en que proliferan las presiones y las tentaciones de hacer concesiones y dar giros, (papel que, por citar un ejemplo, desempeña el Partido Comunista de Venezuela), y d) la existencia de uno o varios partidos con capacidad jurídica y voluntad política para registrar a dicho candidato.

En la experiencia mexicana, en 1988 hubo los cuatro ingredientes: el candidato, que fue el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas; el movimiento, que fue el Frente Democrático Nacional; la fuerza ideológica, que fue el entonces PPS, hoy Partido Popular Socialista de México, y tres partidos con capacidad jurídica y voluntad política. En 1994 sólo la candidatura de Marcela Lombardo tuvo el perfil necesario, pues el ingeniero Cárdenas ya no fue el mismo, se había "corrido hacia el centro", haciendo toda clase de concesiones a la derecha y al neoliberalismo; también se contó con el partido que la postuló y que a la vez tenía la fuerza ideológica, pero como ya vimos, no fue posible construir el movimiento popular adecuado, con capacidad de convocatoria suficiente. En 2000 no hubo ninguno de los cuatro elementos. En 2006 ya existía un movimiento antiimperialista importante en lo numérico surgido desde las numerosas expresiones de carácter popular en lucha, muy combativo y fogueado en el combate, en cuyo seno participaba e incidía una fuerza ideológica de principios, nuestro partido, pero no hubo candidato alguno con un perfil antineoliberal claro, que respondiera a dicho movimiento, pues López Obrador todavía no asumía compromisos definidamente antineoliberales, como lo hace hoy en día. 

Pero hoy ya tenemos el candidato, López Obrador; el movimiento de masas muy fogueado y combativo, superior al de 2006 en su experiencia; todo indica que habrá partidos que pongan el registro, y el PPS de México, en conjunto con otras fuerzas que tengan una idea clara sobre la lucha antineoliberal, y no sectaria ni oportunista, puede aportar el indispensable elemento de la firmeza ideológica en el contexto de un amplio frente en torno a López Obrador.

El Partido Popular Socialista de México es consciente de que su fuerza numérica es absolutamente insuficiente por sí misma. Todavía no logramos recuperarnos en ese aspecto del daño que nos causó la dupla imperialismo-burguesía entreguista, en la fase de avance de la ofensiva neoliberal en el mundo y en México. Por eso nuestra capacidad de incidir en los acontecimientos no es tan fuerte como deberá ser en el futuro. Mientras tanto, debemos buscar mecanismos que suplan esa deficiencia, que pueden surgir de la maduración del movimiento de masas que se opone al neoliberalismo. En ese camino estamos, como veremos más adelante, construyendo un gran frente con múltiples fuerzas que coincidan con nosotros en la lucha antineoliberal y antiimperialista, como lo hacía Vicente Lombardo Toledano.
 

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