miércoles, 19 de octubre de 2011

El marxismo, la multiplicidad de vías de la lucha revolucionaria y el propósito del análisis concreto de la realidad.

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

El maestro de la estrategia y la táctica revolucionarias, por excelencia, Vladimir Ilich Lenin, que tanto aportara al rico acervo del pensamiento marxista, patrimonio común de los revolucionarios de todas las latitudes, al dejar establecido que “el marxismo admite las más diversas formas de lucha”[1], e insistir en que “no rechaza categóricamente ninguna forma de lucha”[2], precisaba que era necesario decidir cuál de todas es la más conveniente en cierto momento –o cuál combinación-, y cuáles podrían ser inútiles o hasta contraproducentes.  Y para esto es necesario recurrir al análisis concreto de la situación concreta, nunca a las generalidades ni a las similitudes solamente, pues formas que son inconvenientes en cierto momento histórico, en otro, y bajo otras condiciones, pasan a ser útiles y hasta preferibles respecto de otras. Lenin también dice textualmente que “el marxismo se distingue de todas las formas primitivas del socialismo”[3], entre otras razones, porque “no liga el movimiento a una sola forma de lucha”[4], y concluye su argumentación con este categórico aserto: “Plantear esta cuestión fuera de la situación histórica concreta, significa no comprender el abecé del materialismo dialéctico”.[5]

El mismo genio que dirigió la Gran Revolución Socialista de Octubre da ejemplos de formas diversas de lucha que fueron seleccionadas en un momento dado y abandonadas después, sustituidas por otras, como resultado del análisis concreto de la realidad del momento: en la década de los setentas del siglo XIX, dice Lenin, la huelga general era justificadamente rechazada por la socialdemocracia[6] como una “panacea social, como medio para derribar de golpe a la burguesía”[7], mas sin embargo, en otro momento concreto y otro contexto, luego de analizarlo con exactitud, la misma organización “admite plenamente la huelga política de masas (sobre todo después de la experiencia rusa de 1905) como uno de los procedimientos de lucha, indispensable en ciertas condiciones”.[8] También cita Lenin otro caso, refiriéndose a la lucha de barricadas que, dice, era aceptable en la década de los cuarentas del siglo XIX; fue rechazada por inconveniente a fines del mismo siglo, y nuevamente aceptada hacia 1905-06 dado que las circunstancias habían vuelto a cambiar.

Al escribir el texto que venimos citando, La guerra de guerrillas, Lenin testifica que en aquel momento, en Europa Occidental, quienes se guían por el pensamiento marxista ven “el parlamentarismo y la lucha sindical como las principales formas de lucha; en el pasado reconocían la insurrección” y están enteramente dispuestos “a reconocerla [otra vez] si la situación cambia” de nueva cuenta, en ese sentido[9].

La misma tesis respecto a la justeza general de todas las formas de lucha, pero a la vez, la necesidad de seleccionar de entre ellas por medio del análisis concreto de la situación concreta, fue sustentada por los fundadores del pensamiento marxista, Marx, Engels; también por Lombardo, el gran pensador mexicano, y, en general, por todos los que se han guiado y se guían por el materialismo dialéctico y el materialismo histórico, con sustento sólido. Para los fines de este trabajo no es necesario abundar más, recurriendo a citas concretas de éstos y otros autores.



[1] V. I. Lenin, La guerra de guerrillas, en http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/30-ix-06.htm.
[2] Ibidem.
[3] Ibidem.
[4] Ibidem.
[5] Ibidem.
[6] La socialdemocracia era en ese momento la fuerza política más avanzada de entre todas, la que abrazaba y desarrollaba el pensamiento marxista y luchaba por las transformaciones profundas de la sociedad, aunque más tarde abandonaría esa posición para convertirse en un lastre, en una retranca de la lucha revolucionaria, y acabar, en nuestro tiempo, poniéndose al servicio del propio capital imperialista y en ejecutora de las políticas neoliberales.
[7] Lenin, La guerra de guerrillas, op. Cit.
[8] Ibidem.
[9] Ibidem.

No hay comentarios:

Publicar un comentario