jueves, 6 de octubre de 2011

LÓPEZ OBRADOR, EBRARD Y EL RIESGO DEL DESPOJO.

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.
El domingo 2 de octubre Andrés Manuel López Obrador declaró que “no podría ser candidato si no cuenta con el respaldo de las fuerzas progresistas del país”, puesto que “jamás pasaría por encima de [sus] ideales y principios”, que es lo que estima “más importante en su vida”. Dijo también que “el candidato presidencial de MORENA será quien esté mejor posicionado” entre el propio López Obrador, dirigente y fundador del MORENA, y Marcelo Ebrard, que no es miembro del mismo.
Los antecedentes que complican el asunto están en que ambos son formalmente, todavía, miembros del PRD, y éste partido es el que ha insistido en que su candidato a la presidencia será quien esté mejor posicionado, y ha agregado que tal cosa se dirimirá por medio del método de las encuestas, cuestión en la que, de igual manera, enfatiza Ebrard.
Como sabemos, este último acaricia la perspectiva de dejar fuera de la contienda a AMLO por tres razones:
A)    Los medios de comunicación de masas, y las televisoras en primer término, detestan a López Obrador, a quien desde hace largo tiempo le declararon una guerra sin cuartel, demostrando que están dispuestas a toda clase de marrullerías con tal de cerrar el paso a su candidatura y ulterior victoria. Se trata de empresas que hoy en día juegan un papel crucial en la tarea de proyectar una imagen favorable o desfavorable de los aspirantes, lo que se traduce en ganar o perder las simpatías de los amplios sectores despolitizados y manipulables de la población. Así que éstos redoblarán su campaña de desprestigio contra AMLO para incidir de manera artificiosa en los resultados de la pretendida encuesta.
B)    Ebrard mantiene un perfil aceptable para el poderoso sector de la gran burguesía local apátrida, subordinada al imperialismo, y para la todavía más poderosa burguesía imperialista, sectores frente a los que se ha esforzado por mostrarse servil. Esto significa que aun cuando Ebrard no sea de entre todos los candidatos quien les despierte la mayor simpatía –como es el caso de Peña Nieto, su primera opción, o de cualquiera de los del PAN, en segundo término- de cualquier manera lo preferirán con mucho sobre el para ellos aborrecible y hasta peligroso López Obrador.
C)    Ebrard tiene a su alcance recursos materiales, publicitarios y de organización de muy importante cuantía que devienen del puesto público que desempeña y que viene desplegando de tiempo atrás, con los que no cuenta López Obrador. 
Por otra parte, está muy claro que Ebrard y López Obrador no significan lo mismo ni sus gobiernos serían iguales.
Ebrard, igual que los del PRI y el PAN es partidario de las privatizaciones –aunque tal vez no tan desorbitadamente- y en su ejercicio promovió la del servicio público del suministro de agua potable, con variadas modalidades.
En el tema laboral, el Sindicato de la Unión de Trabajadores del Instituto de Educación Media y Superior, SUTIEMS, ha tenido conflictos agudos con su gobierno y, con esa experiencia, lo califica de neoliberal, y no hace distingos respecto de las figuras de los otros partidos citados.
Por cuanto a su trayectoria política, ha estado ligado a Manuel Camacho Solís de manera estrecha, como discípulo y colaborador. Su relación viene de tiempos anteriores, pero lo más destacable empieza cuando fue Secretario General del Distrito Federal y, por ello, segundo en el mando, mientras Camacho fue el Jefe del Departamento del D. F. Vino luego el episodio en que Salinas designó a Luis Donaldo Colosio candidato del PRI a la presidencia, con lo que agrió la que hasta entonces había sido su entrañable relación con Camacho, que ambicionaba el puesto. Éste renunció a su posición en el D. F. –seguido por Ebrard- y como premio de consolación recibió el de Secretario de Relaciones Exteriores, donde su amigo y discípulo fue nombrado Subsecretario.
Poco después vino aquella turbia sucesión de hechos nunca clarificados hasta hoy, cuando Salinas amenazó de manera apenas velada a Colosio con que el PRI revocaría su candidatura, pues éste empezó a expresar juicios que encolerizaron al gran impulsor del neoliberalismo[1], y para dar fuerza a su amenaza fraguó designar a Camacho Coordinador para el Diálogo en Chiapas, donde tendría plena potestad para las negociaciones con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, fungiendo el Obispo Samuel Ruiz como mediador. Con el nombramiento, Camacho recibió los enormes apoyos de los que puede echar mano un presidente poderoso, como lo fue Salinas, para que el negociador de la paz se convirtiera en el personaje más destacado por la televisión y la prensa en un intenso período de implantación pública de su figura, muy por encima de todas las demás, sobre todo por encima del candidato Colosio. En esta etapa, Camacho obtuvo las ocho columnas un día y otro en casi toda la prensa nacional, encabezó los noticieros electrónicos todos y dictó diariamente conferencias de prensa ampliamente publicitadas, en tanto que a Colosio se le relegaba a notas de pocas líneas, perdidas en las páginas menos visibles de la prensa y los pocos comentarios en televisión eran para insistir en el eslogan de que “su campaña no despertaba entusiasmo ni tomaba fuerza”. Para completar la manipulación, se dio amplia difusión al hecho de que el nombramiento de Camacho, contenía un tecnicismo por el cual se le habilitaba como factible relevo en la candidatura del PRI[2]. También en esta ocasión Ebrard siguió a su mentor y amigo a San Cristóbal de las Casas, en cuya Catedral se realizaron las pláticas para la paz.
Más tarde, Camacho fundó un partido al que dio el nombre de “Partido del Centro Democrático”, PCD, y fue el único candidato presidencial que éste llegó a postular en su corta vida[3], y Ebrard fue el candidato a Jefe de Gobierno del D. F. por la misma agrupación.
Ebrard también llegó a diputado por el Partido Verde Ecologista, pero al poco tiempo renunció a seguir formando filas en su grupo parlamentario y se declaró “independiente”.
Al margen de las particularidades, Marcelo Ebrard, desde el punto de vista partidario, ha estado vinculado con el PRI –y dentro de éste formó filas en la corriente de Salinas-; luego fue figura destacada del PCD, después se ligó al PVEM, y más recientemente al PRD, del cual es aspirante presidencial.
Respecto a su relación con Camacho, ha sido estrechísimo colaborador suyo y hombre de toda su confianza. Jamás se ha sabido de alguna ruptura o distanciamiento entre ambos. Tampoco ahora hay alejamiento alguno.
Sobre su formación ideológica, cursó la preparatoria –etapa de la vida en la que se suelen adquirir y consolidar los fundamentos que guiarán la conducta- en la Universidad La Salle, de carácter confesional, que postula “la formación Humana y Religiosa”. Parco en el manejo de ideas de fondo, no se sabe mucho más acerca de cuáles principios pudiera enarbolar en su vida pública, si es que asumiera algunos. Lo que sí es evidente, es el pragmatismo con que se conduce como norma.
En síntesis, la diferencia entre un gobierno de Ebrard y uno del PRI o del PAN estribaría principalmente en que las privatizaciones que hiciera, las reformas antiobreras y concesiones al capital extranjero que llevara a adelante, en fin, todo el conjunto de acciones neoliberales que realizara, procuraría “compensarlas” con apoyos a la tercera edad, a las madres solteras y a otros sectores desvalidos, que hicieran algo llevadera su penosa existencia. Estaríamos, por tanto, ante un gobierno neoliberal-asistencialista, que no variaría lo esencial del neoliberalismo –o lo que es lo mismo, de la sumisión a los intereses del gran capital imperialista- aunque éste mitigaría sus consecuencias por lo que hace a los grupos y sectores más lastimados por ese paradigma depredador.
Sus diferencias con el López Obrador de nuestros días son enormes. Lo que se refleja en los compromisos públicos que cada uno de ellos viene formulando, en la composición clasista de las fuerzas en las que uno y otro sustenta sus aspiraciones, y, en la composición de las alianzas que cada quien ha venido forjando, entre otros aspectos. Ebrard garantiza la continuidad del neoliberalismo y el completo sometimiento al decálogo del Consenso de Washington, que tantas calamidades le ha causado a la nación y al pueblo de México, en tanto que AMLO abre la posibilidad de que demos los primeros pasos hacia la ruptura con el neoliberalismo, por lo menos en algunos de sus ejes fundamentales.
Por eso, al Partido Popular Socialista de México le preocupa el asunto de que esos dos personajes, tan distantes en los hechos, hayan de dirimir quien queda eliminado desde ahora de la contienda presidencial por la vía de decidir cuál de ellos está “mejor posicionado”, y peor si esto se dirime por medio de una o varias encuestas que, como lo ha planteado el partido fundado por Vicente Lombardo Toledano, “pueden ser muy engañosas, dependiendo de muchos factores: con qué metodología y quién las levanta; a quiénes se consulta y a quiénes se ignora…”; qué incidencia puedan tener las empresas televisivas manipuladoras de la opinión “de sectores numerosos de la población”; qué fuerzas de la derecha “puedan movilizar opinantes o votantes, según el caso, con el fin de distorsionar los resultados, y mil detalles más”. “…Las fuerzas interesadas en “cargar los dados” en las anunciadas encuestas, no nos cabe duda que son las mismas que ya en ocasiones anteriores actuaron contra usted y contra otras candidaturas avanzadas en momentos clave”, sigue diciendo el Comité Central del PPS de México en una carta abierta dirigida a López Obrador, en la que también advierte que “…sería verdaderamente lamentable que le arrebataran a usted una candidatura que alienta esperanzas de iniciar el camino hacia la reconstrucción del país, en favor de los trabajadores y el pueblo, y quedaran en la contienda sólo elementos neoliberales con diversos matices.”
Pareciera que el experimentado dirigente y aspirante presidencial está frente a un grave desafío que puede traducirse en que le arrebaten, a la mala, la candidatura, lo que en los hechos marginaría del proceso electoral a muchos millones de mexicanos, que igual que el PPS de México, bajo circunstancia alguna apoyaría la candidatura de Ebrard.
Ciudad de México, a 6 de octubre de 2011.


[1] Aunque ya en varios discursos y declaraciones había formulado críticas a las políticas neoliberales, que Salinas impulsó con gran vigor, el discurso que Colosio pronunció el 6 de marzo de 1994 en la celebración del aniversario del PRI ha sido considerado como el de la ruptura definitiva entre ambos personajes. En esa ocasión, Colosio, tomando franca distancia de Salinas, declaró que lo que él veía era un México agraviado, en crisis y con profundas desigualdades sociales, lo que el todavía presidente sin duda estimó como una descalificación insultante a su gobierno, que él quería presentar como “modernizador” y como modelo que debiera seguirse al pie de la letra, actitud en la que insiste hasta hoy en día.
[2] Puesto que para ese momento había vencido el plazo constitucional para que un funcionario público que opte por una candidatura, renuncie o pida licencia, el tecnicismo que se incluyó en su nombramiento con el deliberado propósito de hacer ostensible que Camacho quedaba habilitado para ser postulado, consistió en especificar su puesto sería honorífico, sin goce de sueldo.
[3] El PCD apenas alcanzó el 0.6% de los votos y perdió el registro.

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